ECOLOGÍA GEOGRÁFICA DEL CUSCO III: DE LOS PISOS ECOLÓGICOS
Al
encontrarse el Cusco, y el Perú en general, dentro de la zona tropical,
entonces todo este territorio debía estar cubierto por bosques húmedos
tropicales, resultado de las lluvias procedentes desde el Atlántico, al menos
hasta antes que los patrones de vientos del Pacífico (influidos por la
corriente de Humboldt) generen condiciones de mayor sequedad, condiciones que
han dado origen al desierto costero peruano. Pero la presencia de los Andes cambia la configuración de
paisajes y biomas en formas muy complejas, generando un factor enriquecedor de
diversidad biológica.
Entre
las diferentes formas en que ha influido la Cordillera Andina sobre la ecología
en el Perú (y en todos los países andinos), dos factores destacan: la tasa de lapso de temperatura y el efecto sombra
de lluvia; ambos son resultado de la interacción del clima con la
fisiografía, y van a crear uno de los fenómenos más interesantes que se pueden
observar en Cusco: los gradientes o
ritmos de cambio de diferentes fenómenos físicos y biológicos, en especial la zonificación altitudinal.
La
tasa de lapso de temperatura
significa el ritmo de descenso de la temperatura al aumentar la elevación. En
promedio y en condiciones de aire libre, la temperatura desciende –0,6ºC al
subir cada 100 m de altitud, en forma constante; además generalmente la
diferencia de temperaturas entre día y noche va disminuyendo al ir subiendo la
temperatura (la razón por la que las altas montañas son frías). Esta
generalización supone que se han descartado otros factores que influyen sobre
la temperatura (como cuerpos de agua y vegetación), por lo que debe indicarse
que se requiere conocer cómo la tasa de lapso es afectada por las condiciones
ecológicas al cambiar la altitud.
La
tasa de lapso constituye el factor físico más influyente sobre la ecología
andina; otros factores físicos, como por ejemplo la disminución de la presión atmosférica, tienen efectos muy
localizados; en el caso de la presión atmosférica, parece afectar a los
animales y no a las plantas.
La
llegada de las nubes (y su precipitación) desde el Atlántico crea un segundo
factor físico influyente: estas nubes van ascendiendo por las montañas al
llegar a la vertiente oriental andina, que en el caso del Cusco corresponde a
la selva alta; en esta zona la humedad y la precipitación van aumentando al ir
aumentando la temperatura, pero cuando se asciende a un umbral de 3500-3800 m,
la precipitación empieza a disminuir. En esta vertiente oriental, una gran
cantidad de nubes descargan su contenido, por lo que es menor la proporción de
nubes que pasan de la vertiente oriental rumbo al oeste; la disminución de la
precipitación que van a recibir las demás zonas andinas al oeste de la
vertiente oriental es producto de este efecto
sombra de lluvia.
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En este corte transversal de los Andes tropicales, se puede ver el efecto sombra de lluvia en acción
La sombra de lluvia es fácil de entender si
se ve un corte transversal de las serranías andinas, gráfico que suele
aprenderse en colegio: las zonas interandinas y las cordilleras central y
occidental reciben cada vez menos lluvia al alejarse de la vertiente oriental,
creando condiciones para la existencia de bosques y matorrales secos, y de tal
forma que en el oeste ya existen desiertos fríos andinos, lo cual es aumentado
por la sequedad de la costa. De esta forma, en un área no tan extensa se crean
las condiciones para la presencia de ecosistemas subhúmedos, secos e incluso
desérticos, aumentando la diversidad ecológica presente en el Perú y otros
países como Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela.
Estos
factores explican los patrones de zonificación vegetal (y de fauna) que se
puede ver al ir ascendiendo desde los 500 m de altitud, donde se encuentran los
bosques lluviosos amazónicos, hasta las nieves perpetuas, en una forma muy análoga
a lo que se observaría si se avanzara desde el Ecuador hasta el extremo sur de
Sudamérica; este gradiente no sólo involucra un cambio en la vegetación y la
fauna presentes, sino que se destaca por mostrar una gradiente de reducción de
la diversidad y la biomasa, y simplificación de la estructura de las
comunidades biológicas, además que se observa un reemplazo de la fauna y la
flora por especies más adaptadas a condiciones de sequedad, y luego de frío.

La comprensión de este fenómeno, el cambio
altitudinal de la flora, la fauna y los ecosistemas que conforman, ha llevado
desde hace tiempo a una serie de conceptos que pueden ser agrupados bajo el
término de pisos ecológicos. Estos
pisos ecológicos constituyen una forma de entender la zonificación de los
ecosistemas al cambiar la altitud, y de hecho existen descripciones de estos
pisos para las zonas montañosas de todo el mundo, variando según las diferentes
condiciones climatológicas presentes; representan una forma de clasificar el
mundo natural según categorías fáciles de entender en base a ciertos caracteres
diagnósticos, y por lo tanto estas clasificaciones han sido realizadas por los
pobladores andinos desde antiguo, a fin de manejar estos ecosistemas y obtener
el mejor rendimiento de los mismos.
Es
tanto meritorio como curioso que, a diferencia de las montañas tropicales de
África y Oceanía, los esquemas de clasificación científica de pisos ecológicos
en los Andes han surgido a partir de las tradiciones locales, interactuando con
los conceptos científicos para tratar de dar mejores descripciones, las cuales
han ido refinándose a lo largo del tiempo. Esta tradición científica en el Perú
ha tenido en Javier Pulgar Vidal a su representante más conocido: su trabajo
publicado en 1946 intitulado “Las Ocho Regiones Naturales del Perú” significo
un intento de sistematización de la ecología peruana basado en juntar los
conocimientos de la población rural peruana con un método más científico; el
resultado fue postular la presencia de ocho regiones naturales, nombradas con
términos en su mayor parte quechuas, cada una caracterizada por determinadas
ecologías y potencialidades de aprovechamiento de recursos, especialmente
potencial agropecuario.
Más
de 75 años después de esta primera propuesta, hemos avanzado bastante en la
comprensión de los pisos ecológicos: sabemos que regiones como el norte del
Perú, más arriba de la depresión de Huancabamba en Cajamarca, o el Altiplano
del Collao, no se conforman al esquema de las ocho regiones; además se han formulado
indicadores más precisos tanto de factores climáticos como biológicos para
reconocer pisos, y se ha revisado la correspondencia de las primeras propuestas
con la comprensión etnobiológica de los pisos ecológicos, tanto en la
actualidad como en el pasado precolombino, que ha llevado a dar varias
propuestas de pisos altitudinales en agroecología. Pero todos estos esquemas
han partido de la base dada por las ocho regiones naturales, llegando a superar
este trabajo, el cual si bien ahora no se considera el mejor clasificador de
pisos ecológicos, tiene interés por su contribución en la ecología peruana.
Estoy
usando aquí el término de pisos ecológicos y no el de pisos altitudinales , y
esto se debe a que representan la zonificación de diferentes ecosistemas al ir
cambiando la altitud, con sus diferentes ecologías, mientras que reservo el
término piso altitudinal para
determinadas variables separadas que cambian con la altitud, las cuales aunque
dependen de cada ecología, se pueden entender por separado de ésta: el ejemplo
más comprensible son los pisos altitudinales para producción de determinados
cultivos, los cuales son limitados por la gradiente de temperatura y
precipitación (piso del maíz, piso de la papa, piso de camélidos, etc.).
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Ejemplo de correspondencia entre pisos ecológicos y pisos altitudinales basados en límites de producción agropecuaria
El patrón de pisos ecológicos en el Cusco
es diferente si se evalúa la cordillera oriental respecto a las zonas
interandinas: en la vertiente oriental, al ascender se observa que los bosques
tropicales húmedos son reemplazados por bosques muy húmedos recargados de
lianas y epífitas por encima de los 1500 m de altitud, y luego a partir de los
2500 m estos bosques tienen un dosel menor, de 10 m; hacia 3500 m los bosques
se vuelven más achaparrados, hasta que en 3800 m son reemplazados por la puna;
en los valles interandinos, se observan cambios de bosques secos a bosques
achaparrados antes de llegar a la puna. En la costa existen otros patrones de
pisos ecológicos, donde el desierto da paso a un piso de bosques de lomas, y
luego a una serranía esteparia. Esto es sólo una muestra de cómo cambian los
pisos en los Andes, y existen patrones diferentes en Colombia y en Argentina, y
ni qué decir de lo que se observa en las montañas de África, o en el Himalaya
desde el Tíbet o desde la India.
Aun
con esta enorme variabilidad de ecosistemas de montañas, en los últimos tiempos
se han hecho estudios para entender los factores que existen en común entre
diferentes montañas del mundo y sus patrones de pisos ecológicos, mientras que
se trata así de explicar las diferencias. Esto ha involucrado una conjunción de
las diferentes tradiciones nacionales de investigación ecológica con las
propuestas a nivel global, implicando cómo traducir diferentes términos. Es
notable en este sentido que las tradiciones ecológicas en países andinos han
aportado una serie de terminologías nativas para comprender la realidad
ecológica andina; el ejemplo más notable es el referido a las zonas de pastos
de alta montaña, donde casi no crecen árboles: mientras que en el resto del mundo
este piso se denomina zona alpina,
nombrada a partir de la tradición ecológica europea, en Bolivia y Perú se
emplea el término de puna, de origen
quechua, y que denota ya un ecosistema análogo a la zona alpina, aunque con las
peculiaridades propias de las montañas tropicales.
En
la siguiente publicación se va a revisar los modelos que han surgido para
tratar de predecir pisos ecológicos y ecosistemas a partir de ciertas variables
climáticas, y el relativo éxito que han tenido.
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Buen trabajo mi estimado
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